EUROPA
PRESS
4 julio
2019
El
ambiente obesogénico, ¿culpable de la epidemia de la obesidad?
Las personas con una predisposición
genética a la obesidad no solo tienen un mayor riesgo de exceso de peso sino
que, además, sus genes interactúan con un entorno cada vez más
"obesogénico", lo que ha llevado aun índice de masa corporal (IMC)
más alto en las últimas décadas, según una investigación de científicos de
Noruega que se publica en 'The BMJ'.
Los hallazgos muestran, asimismo, que el IMC ha aumentado
desde la década de 1960 tanto para las personas predispuestas genéticamente
como para las no predispuestas, lo que implica que el medio ambiente sigue
siendo el principal contribuyente a la epidemia de obesidad.
La obesidad casi se ha triplicado en todo el mundo desde
1975, pero los orígenes de la epidemia aún no están claros. Estudios anteriores
han sugerido una interacción entre los genes y el medio ambiente, pero están
limitados por un período de edad estrecho, un seguimiento corto y a unos datos
facilitados por los pacientes. También se desconoce el efecto de la
predisposición genética sobre la obesidad a medida que los ambientes se vuelven
más obesogénicos.
Así que investigadores de la Universidad Noruega de Ciencia
y Tecnología se propusieron estudiar los cambios en el índice de masa corporal
(IMC) durante cinco décadas y evaluar el efecto del medio ambiente en el IMC
según la predisposición genética. Y analizar como ha variado respecto al
Ambiente obesogénico, que es la dificultad para acceder a productos saludables
como frutas o verduras frente a alimentos más elaborados y más calóricos
favorece el aumento de peso.
Sus hallazgos se basan en datos de 118.959 personas de 13 a
80 años de edad en el Estudio de salud Nord-Trondelag que registraron
mediciones repetidas de estatura y peso entre 1963 y 2008. De éstas, 67.305 se
incluyeron en los análisis de la asociación entre la predisposición genética y
el IMC.
Después de tener en cuenta factores potencialmente
influyentes, los datos muestran un aumento notable en el IMC en Noruega a
partir de mediados de los años ochenta y mediados de los noventa. Además, en
comparación con las cohortes de nacimiento mayores, los nacidos después de 1970
tenían un IMC sustancialmente mayor en la edad adulta joven.
Cuando los participantes se dividieron en cinco grupos
iguales (la quinta parte superior es la más susceptible genéticamente a un IMC
mayor y la quinta parte inferior), el IMC difirió sustancialmente entre las
quintas más altas y más bajas para todas las edades en cada década, y la
diferencia aumentó gradualmente de los años sesenta a la década del 2000.
Por ejemplo, para los hombres de 35 años, los más
predispuestos genéticamente tenían un IMC superior a 1,20 kg / m2 que aquellos
con menos predisposición genética en la década de 1960, en comparación con 2.09
kg / m2 en la década de 2000. Para mujeres de la misma edad, las diferencias
correspondientes en el IMC fueron 1,77 kg / m2 y 2,58 kg / m2.
"Por lo tanto, la mayor diferencia en el IMC de 0,89 kg
/ m2 y 0,81 kg / m2 para hombres y mujeres, respectivamente, en la década del
2000, podría atribuirse a la interacción del entorno
genético-obesogénico", afirman los investigadores.
Este es un estudio observacional por lo que no se puede
establecer la causa. Sin embargo, los resultados se mantuvieron prácticamente
sin cambios después de varios análisis adicionales, lo que sugiere que los
resultados resisten el escrutinio.
Por lo tanto, los investigadores concluyen que en la
población noruega, el IMC aumentó sustancialmente de los años 60 a los 2000
tanto para hombres como para mujeres, y el aumento fue más evidente en personas
con una predisposición genética a un IMC más alto.
"Nuestro estudio sugiere que la predisposición genética
interactúa con el entorno obesogénico y esto ha resultado en un IMC más alto en
las últimas décadas", escriben. Y exigen estrategias sobre toda la
población para reducir el IMC general.
Una mayor comprensión de la variación entre las personas es
clave, afirman investigadores de EE. UU. En un editorial vinculado. Por
ejemplo, el IMC parece variar entre los grupos de población y dentro de una
población dada a lo largo del tiempo, y la mayor parte de esta variación
permanece sin explicación. Como tales, sugieren que es poco probable que un
enfoque exclusivo en las estrategias preventivas de la población "haga una
diferencia notable en la reversión de la epidemia de obesidad".
Las investigaciones futuras, "deberían apuntar a
identificar más claramente las fuentes de variación dentro de la población para
informar mejores estrategias para mejorar la salud de las poblaciones y los
individuos, escriben. Además, es necesario considerar tanto el IMC medio como
la variación en el IMC cuando se decide cuál es la mejor manera de orientar
estas estrategias".